Llevábamos tiempo en el agua pero no sabíamos cuanto, no habíamos parado y aun así no estábamos cansados. Habíamos perdido la noción del tiempo y de los tubos en los que nos habíamos metido. Queríamos más y más; estábamos disfrutando. Juan gritaba eufórico cada vez que salía de los numerosos tubos de derecha que recorrió sacando a relucir su estilo desarrollado en los pointbreacks de El Salvador.
Se marcó una izquierda buenísima, venía directa hacia mí y yo estaba bien situado. Un francés que tenía a mi lado me hizo un gesto cediéndomela y la empece a remar motivado por Juan que no paraba de gritarme, era mía. La bajé con la mano en la pared y en cuanto me encogí un poco me tapó. Era un tubo con buen tamaño, azul y redondo. Estaba bien posicionado y la ola me daba toda la fuerza que necesitaba para avanzar sin el más mínimo movimiento. Cayó otra losa de agua curbiéndome por completo y yo seguía ahí flexionado con la mirada bien fija en el vértice superior de la ola. La cosa se complicó; de repente la ola aceleró y ví al fondo otra sección cayendo formando una tubería limpia que dejaba la salida lejos de mi alcance.
Tras el revolcón me encontré con lo que más temía; la ola había destrozado mi tabla y veía la mitad delantera flotando a escasos metros de la orilla. Busqué a Juan con la mirada que lo había presenciado todo y parecía dolerle más que a mí.
Decidimos irnos ya que, el cansancio empezaba a dejarse notar, la marea había bajado bastante y las olas ya no habrían como antes. ¡Habíamos estado más de 3h sin darnos cuenta!. Cogí otra tabla y bajamos a Gros a darnos un baño de última hora. Salían olas pero estaba infestado de gente aunque, no nos importó, ya habíamos cumplido.
Como dicen en El Salvador, "Había estado Vergón"
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