jueves, 26 de abril de 2012
miércoles, 11 de abril de 2012
Morocco VIII: Treintaiuno - Thirtyone
I paddle the first wave of the set, make some good turns and try to run the whole last section without success. The worst part was that the wave broke my leash, leaving me in the middle of nowhere, with no clue about my surfboard and a pretty big set approaching. I tried to focus on getting out of there. It wasn’t deep enough to dive under the waves so I just hold as tight as I could trying not to be roll over the rocks. I started to swim right to the little cliff in front of the waves. I thought I spotted my surfboard over some rocks and it didn’t seem broken. While I was climbing up the cliff, some Americans rescued my board from getting messed up by incoming waves. Once at the top, I thanked them, and we started tripping how lucky I was that my board barely suffered any damage after this crazy situation. To the point where i went back out into the water, and an hour later, broken fin.
Some some Moroccans had blocked the way out in order to force you to take another exit where they wait you with a chain and the friendly request of some Dirhams in order for them to lift the chain. We were tired of all this kind of black mailing, so we just drove over the rocks, listening to the moroccans shouting at us, reminding us of our mothers.
Taking avdantage of our currently situation in Tagazhout: epicenter of the Moroccan surf world, a place left by the authentic years ago, and now in present day, substituted by pizza rastaurants, surfcamps, surfshops and all kinds of tourist attractions. We avoid the typical cous-cous and Tajin meals eating huge pizza slices. After changing my board we went to check out a different wave that we spotted yesterday evening up from a cliff.
What we found there was awesome: The longest, most rippeable perfect right point break i have ever surfed. I couldn’t say how many turns you could fit into this wave, all I know that when it was over, my legs were burning, i had a permanent smile and it was impossible to hold up a big claim! A perfect five hours long session.
Paddles back to the peak were up to five-teen minutes long, but a motivating one too, since you got to see all the others ripping down the line.. It was a huge bummer my camera was still broken and couldn’t get the proper focus to take pictures. They would have been the gnarliest pictures of the entire trip
To put and end to our day, we drove to the next big city, Agadir, to buy a few beers to go with the delicious new year's dinner our landlord was preparing. We were exhausted, but we had too much to celebrate.
Son las ocho de la mañana y estamos viendo amanecer en Tagazhout sobre la explanada de rocas frente a la ola de Boilers. Las previsiones marcaban una subida de mar así que decidimos abandonar el solitario sur de Marruecos para probar algunas de sus olas más míticas. Por aquí habían sufrido tres días sin olas lo que nos dejaba bastante claro que no seríamos los únicos en el agua, ni mucho menos. Las derechas rompían sobre las rocas mientras aquello se iba llenando de gente. Para cuando nos quisimos dar cuenta, esas derechas que antes compartíamos entre unos pocos madrugadores, ahora se habían convertido en un festival de saltadas internacional.
Cojo la primera de la serie, un par de giros y trato de correr la última sección hasta el final pero me cierra con tal mala suerte que se rompe el invento. Levanto la cabeza y la situación no es muy cómoda: la ola continúa su camino hacia las rocas, no hay rastro de mi tabla, el agua me llega por las rodillas y la serie viene hacia mí.
Decido olvidarme de la tabla y centrarme en salir de allí. No cubre nada así que no puedo sumergirme para pasar las olas sin que me revuelquen por las rocas del fondo así que intento agarrarme como puedo. Nado hacia el pequeño acantilado que hay justo en frente de la ola sin saber muy bien como lo voy a subir pero ya he comprobado que llegar a la zona por la que se sale me es realmente imposible. Me ha parecido ver la tabla sobre unas rocas, no parece estar partida. Mientras subo veo que unos americanos rescatan mi tabla de ser llevada de nuevo al agua. Ya arriba, les doy las gracias, comentamos la jugada y nos reímos de la suerte que he tenido; apenas tiene un toque. Vuelvo al agua sin saber que una hora después partiría quilla y dos tapones.
Salimos del descampado de piedras como podemos porque algunos marroquís, con ánimo de alegrarte el día, han decidido llenar de piedras la salida obligándote a pasar por otro lado donde te esperan con una cadena y la escusa de unos cuantos dírhams a cambio de levantar la barrera. Hartos de este tipo de chantajes, decidimos pasar el coche por todas las rocas mientras oíamos a dichos personajes acordarse de nuestras respectivas madres en marroquí.
Aprovechando que estamos en Tagazhout: epicentro del surf en Marruecos donde lo auténtico hace ya mucho tiempo que dejó de habitar esta zona, siendo sustituido por infinidad de pizzerías, surfcamps, surfshops y demás atracciones para los turistas; aprovechamos a dejar de lado el cous-cous y el Tajin y nos damos el gustazo de una buena pizza. Cambio de tabla y nos acercamos a comprobar una ola que habíamos visto el día anterior desde el acantilado.
Lo que nos encontramos fue increíble: la derecha más larga y perfecta que he surfeado en mi vida. No sabría decir cuántos giros podías haber hecho al acabar la ola pero si sé que era inevitable ir sonriendo y acabar con un grito de júbilo. No nos lo creíamos. Estuvimos cinco horas en el agua. Las remontadas eran unos diez- quince minutos de remada que los hacías extasiado por la ola que acababas de surfear y las que veías que los demás venían disfrutando. Lástima que mi cámara seguía con problemas de enfocar porque esas fotos, de haber sito nítidas, habrían sido para mí de las mejores del viaje.
Para acabar el día, nos hemos ido a la ciudad de al lado, Agadir, a comprar unas cervezas para acompañar a la cena de Nochevieja que nuestro casero está preparando en casa. Estamos reventados pero hoy tenemos mucho que celebrar.
sábado, 18 de febrero de 2012
Morocco VII: Nomadas
Son varios los días que llevamos deambulando de Norte a Sur por Marruecos. Son muchas las casas, personas, pueblos y olas que hemos ido dejando atrás. Los kilómetros por las precarias carreteras marroquíes y los confusos caminos de tierra, nos hacen perder la noción del tiempo. Kilómetros bajo un tímido pero insistente Sol de Diciembre. Kilómetros que intentamos amenizar recordando los últimos baños, anécdotas o música improvisada. Kilómetros que alimentamos imaginando el próximo destino al que nos dirigimos.
Buscar alguien que nos facilite alojamiento, cargar y descargar tablas y mochilas o encontrar algún puesto que donde sirvan un plato de comida caliente es parte de nuestro día a día. Salir del agua en el medio de la nada, apurar los últimos minutos de luz y darte cuenta de que no tienes dónde pasar la noche es un tanto desconcertante pero a su vez, le da ese punto de aventura al viaje. El no depender de un sitio al que volver cada día, te da una increíble sensación de libertad. Te permite adaptarte a los caprichos del mar y apuntar allí donde se esperen las mejores condiciones para cada marejada.
Para mí un surftrip es mucho más que asegurarse alojamiento enfrente del pico y surfear las mismas olas una y otra vez sin importar lo que exista alrededor:
Es explorar y perderme en el intento. Es empaparme de diferentes culturas. Es ayudar y ser ayudado sin esperar nada a cambio. Es dejarme ser timado cuando compro comida con cara de forastero. Es tener la oportunidad de compartir costumbres locales. Es intentar manejarme con palabras que no sabría escribir. Es conocer las historias de la gente en su camino. Es el poder dibujar en mi cabeza todo un mundo cuando oigo hablar de aquellos sitios que he visitado; que he vivido.
Sabemos dónde nos levantaremos mañana pero no dónde nos acostaremos hoy. Y lo mejor de todo es, que no nos importa.
We have been wandering from north to south of Morocco during the last days. We left back lot of houses, people, villages and waves. Kilometers across precarious roads and confused sand tracks under the shy but constant December Sun make us lost all sense. Kilometers that we try to make more enjoyable remembering our last surf sessions, stories or with our phone’s improvised concerts. Kilometers that we feed imaging our next destination at the end of the road.
Look for accommodation, load surfboards, wetsuits, backpacks and so on or find a place with warm food is the day a day in our life. Ending a surf session at sunset in the middle of nowhere and realized that you don’t have a place to stay could be pretty annoying but it’s part of the adventure anyways. It’s awesome the freedom that you fell when you don’t have to go back anywhere and having all your stuff in the car allows you to change your way depending only on wave conditions.
A surftrip is much more than guaranteed accommodation close to a pointbreack and surf the same waves everyday ignoring what is surrounding us:
It’s explore and get lost on my way. It’s the pleasure of meeting different cultures. It’s to help and let be helped without expecting anything. It’s to let be cheated when I buy food with my outsider face. It’s share the local’s habits. It’s try to use strange words from exotic languages. It’s meet traveler’s stories. It’s draw a whole world in my head when I heard about places where I’ve been surfing.
We know where are we’ll wake up tomorrow but we don’t have any clue about the place where we’ll sleep. And the best of all is that, we don’t care.
lunes, 23 de enero de 2012
Morocco VI: Sesiones sureñas - Southern sessions
Tengo la nariz helada; el salón de té en el que hemos dormido está rodeado de ventanales por donde se cuela el frío nocturno del clima desértico. Abro los ojos y me incorporo en un mullido y largo sofá que forma un cuadrado alrededor de una mesa. Allí hemos dormido los cuatro compartiendo mantas y patadas. Limpio el rocío del cristal y puedo comprobar que efectivamente le mar ha subido aquí en la zona de “Sidi Rbat”.
Acabamos con las existencias de fruta y con algunos dátiles en el bolsillo abandonamos la carretera parar recorrer los acantilados donde nos habían sugerido el día anterior buscar una ola. De camino nos cruzamos con un local que tenía problemas con su moto. Decidimos parar y ayudarle y el a cambio nos ofreció llevarnos a una ola que, de no haber sido así dudo que hubiésemos llegado tan lejos.
Nos encontrábamos delante de un pico de roca con una derecha bastante hueca y una izquierda menos potente pero jueguetona. No conocemos la ola y apenas tiene profundidad así que no apuramos demasiado en las primeras que cogemos. Estamos solos, no hay prisa.
Miguel y Sergio empiezan a aguantar la derecha un poco más aprovechando la ventaja que les aportan sus bodyboards. Yo he empezado a buscar alguna izquierda remándolas a contrapico. El primer problema técnico del viaje llego en forma de cámara de agua ya que por un problema en la carcasa, perdimos la cámara de Miguel para el resto del viaje.
A pesar de estar a gusto en el agua, decidimos salir para continuar con nuestra idea de bajar más al sur y darnos otro baño allí antes de que anochezca (6:00pm). Sergio se despide con un tubazo de dos secciones delante de mí mientras oigo los gritos de Kevin y Miguel celebrándolo ya desde la orilla. Revisamos los mapas y retomamos carretera.
Cuarenta minutos después hemos decidido parar en un pueblo a mitad de camino para comer algo. Probamos nuestra primera cocacola marroquí; sabe distinta aunque quizás sea sólo nuestra imaginación. Sorprende lo difícil que puede ser encontrar cobertura o cruzarte con una televisión en estos pueblos pero lo fácil que es beberte un refresco del gigante rojo.
Sumado a la desgracia de la pérdida de la GoPro de Miguel en el primer baño, se une mi cámara. Por alguna extraña razón ha dejado de enfocar; un problema que en teoría había sido arreglado semanas atrás ponía ahora en peligro el resto de imágenes del viaje. La guardo en su funda y decido echarle un vistazo a la noche con más calma.
Volvemos al coche y bajamos las ventanillas; el Sol del mediodía calienta sin piedad. Ya estamos abandonando el pueblo pero es entonces cuando echamos cuentas: “Quedan apenas 3h de luz y no sabemos a ciencia cierta cuánto nos puede costar llegar a las olas que hemos marcado en el mapa”. Podemos optar por seguir adelante y pasar noche por allí pero hemos dejado cosas atrás en el otro alojamiento y no nos gusta la idea de abandonarlo sin previo aviso. Optamos por mirar la playa del pueblo donde habíamos comido antes de tomar una decisión mayor y no pudimos haber elegido mejor: dos triángulos pequeños pero perfectos nos regalaron un baño sorpresa increíble con olas de 1metro glassy que apuramos al máximo mientras el rojo Sol africano se despedía por hoy.
My nose is frozen; the tea room where we have slept is surrounded by large windows and the night cold comes in through them. I open my eyes and sit up in a nice, soft sofa-shaped square around a little table. There’s where the four of us slept sharing blankets and annoying kicks. I clean the window of dew and check the sea to prove that there’s a swell incoming in fact here in the “Sidi Rbat” area.
Once we ended up with fruit stocks we keep some date gapes in our pockets and left the road to drive through the cliffs where people suggested us to look for waves yesterday. On our way, a local guy with a broken motorbike cut in front of us. We decided to stop and try to help him and after that, he offers to show us a wave in exchange. In fact, I think that we never reach so far without his help.
We were in front of a little reeling rights along a rock point which was quite hollow and there was also a funny left pumping. We don’t know the wave and there wasn’t too much water on it so we tried not to finish the first waves off too late. There were no one more than us in the water so we weren’t in a hurry for it.
Miguel and Sergio take advantage of their bodyboards to withdraw in the wave more looking for barrels. I have start looking for lefts paddling them against the peack. The first technical problem of the trip came to us in water camera-shape because due to a casing’s problem we lost Miguel’s camera for the rest of the trip.
In spite of being having fun in that session, we decided to left to sep going with our plan to drive heading the south looking for a second session in a different spot before sunset (6:00pm). Sergio said bye to the session with a long sick barrel in front of me while I was hearing Kevin and Miguel whistling and shouting from the shore. We checked the maps and went back to the road.
Forty minutes later we decided to stop in a small village for a snack. We tried our first Moroccan coke; it taste quite different. It’s pretty annoying how difficult could be to found coverage or a simple TV but, in the other hand, how easy is to drink one of those cola drinks.
Adding to the missery of Miguel’s GoPro lost, my camera sufferd a problem focusing so I just left it in the car and try to fix it tonight more easily for not to lost all the next day’s pictures.
Back in the car, we down the windows becase the midday Sun is heating mercilessly. We are already leaving the village but then we stopped reckoning. “There almost 3h of day light and we don’t even know for how long we have to drive till next wave spotted in the map”. We can keep going forward and spend the night in a different accommodation but we refuse that option because we already have some stuff in our current accommodation and it seems pretty risky to left them there without warning the owner of the place. We decided to give a breack to the local beach that we saw from the restaurant and that was our best accuracy: two little but perfect triangles gave us a surprising funny session with 6 feet glassy waves that we drained till the red African Sun part till tomorrow.