miércoles, 23 de febrero de 2011

Niños en Bali

Te miran con curiosidad, siempre sonriendo y con ganas de jugar. En ningún momento ví una pelea o discusión entre ninguno, incluso cuando les regalabas chucherías se las repartían: “Para ti esta que es la que te gusta y para mí esta otra” “Vale”. Desde pequeños se les ve ayudando en los negocios familiares, ya sea llevando la comida a la mesa en un warung, estando atentos por si llegaban clientes a reparar la moto o colaborando a vender los productos que elaboraban como sombreros, pulseras…y tampoco se les veía protestar. Pídele aquí a una niña de 13años que pare de jugar o escuchar música para acercarle un balde de agua a un surfista que acaba de salir del agua y haber si lo hace sin resoplar.

La hija de la portera de nuestra casa siempre rondaba por la entrada. No nos entendíamos porque yo no controlaba indonesio y ella era aún demasiado pequeña para saber inglés pero para hacernos muecas y jugar al escondite no hacía falta.

Muchos van al colegio sobre su moto que en numerosas ocasiones conducen de pie porque si se sentasen no les llegarían los brazos al manillar. Vestidos con sus uniformes, con una mochila medio vacía y donde el casco brillaba por su ausencia. Asisten al colegio unas 3h al día, generalmente en inglés y una vez a la semana las chicas van con escoba. En los colegios del norte de la isla, les recogen en un camión al terminar la clase y le suben por el monte dejando a cada uno en sus respectivas casas. También hay universidad en Bali pero el título no es convalidadle fuera de la isla.

Les encantan las cámaras, en cuanto te ven con una enseguida empiezan a saludar, bailar y hacer gestos graciosos. Más de una vez nos pidieron sacarse fotos con nosotros. Mientras cenábamos en una pizzería, una niña se nos acercó y empezó a preguntarnos por nuestros nombres, procedencia y cuanto tiempo llevábamos en la isla con un ingles impecable. Al final de la conversación y con una educación sorprendente para una niña de esa edad, nos pidió sacarse una foto con nosotros sin importarle el no llegar a verla nunca. Solo quería sacarse la foto con aquellos curiosos extrangeros. Después nosotros le pedimos el email a su madre para enviársela.

Y en las playas te encuentras a unos monigotes que apenas levantan 1 metro del suelo surfeando como fieras. Remando sin parar, imprimiendo toda su fuerza en los giros y saliendo por los aires en cuanto el labio les brindaba la menor ocasión. Muchos niños de aquí con esa edad no saben ni andar en bici. Unos maquinolas que caminan por el coral como si fuese una colchoneta.









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