Después de 3 días en Berlin teníamos que buscarnos forma de recorrer los 500km que nos separan de nuestra casa en Alemania. Como había venido en auto-stop, no tenía acordado forma de volver así que decidimos pasarnos por Dresde, capital de Sajonia situada en el oeste de Alemania. Está atravesada por el Elba cuyo valle es Patrimonio Mundial de la Unesco y se trata de una ciudad de gran importancia histórica además de foco de turistas y estudiantes como ciudad universitaria.
Abrimos el portátil y realizamos el protocolo del viaje del estudiante: buscar tren o coche compartido, elegir "backpacker", enterarnos de la hora del "freetour" o principales intereses turísticos y localizar la zona de fiesta. El mundo de los "backpackers" es algo que he descubierto durante mi Erasmus en Europa y la verdad que resulta muy interesante; te permite encontrar alojamiento en cualquier ciudad por un precio medio de 8€/noche si no te importa dormir en habitación compartida. Suelen estar llenos de gente joven, bien situados y el bajo precio no tiene por que ser señal de mala calidad, de hecho, todos los "backpackers" en los que he estado independientemente del país me han sorprendido en lo que a calidad y servicios se refiere. ( *adjunto abajo las principales webs). Una de las curiosidades del "backpacker" de Dresde es que a mí me tocó una habitación de 8 literas para mi solo, una suit privada por solo 8€.
La ciudad está muy cuidada, con las fachadas de los edificios impecables y guardando todos la misma línea. Es de esas ciudades en las que te encuentras agusto paseando por ella simplemente contemplando el paisaje. Nos quedamos asustados al ver en una postal de una tienda de souvenirs cómo había quedado la ciudad tras un terrible bombardeo que sufrió durante la segunda guerra mundial; completamente desolada. Incluso la iglesia principal había sido destruida lo que nos provocó la siguiente pregunta: "¿De donde sacaron financiación para reconstruir todo esto?". Pues resulta que para la reconstrucción de la iglesia, crearon una plataforma de donaciones y gracias a ello pudieron volverla a levantarla.
Además de los numerosos artistas callejeros, turistas disparando sus réflex de moda a diestro siniestro, estudiantes planeando su próximo desmadre y locales abarrotando las coquetas terrazas de la plaza central sobre un suelo de adoquines, vimos una concentración luterana con coros, puestos y niños enviando cartas a Dios mediante globos.
De vuelta al "backpacker", abrimos de nuevo el portátil buscamos forma de volver a casa. Una vez más la opción más económica es la de compartir coche (en tren resultaba 8h de viaje y 50€, en comparación de las 5h de viaje y los 20€ que suponía el coche). Quedamos con un tal David a las 21.30h para cruzarnos Alemania de oeste a este; era una opción un poco arriesgada porque si nos dejaba tirados no teníamos forma de volver pero no nos quedaba otra. Es curioso como cuando estas esperando en busca del modelo de coche que te han indicado, no paras de ver ese tipo de coche y todos haciendo cosas sospechosas lo que no para de provocarte la duda de "¿Será ese? ¿Y si se va porque no nos ha visto?". Al final todo salió bien, volvimos hacia casa en un coche conducido por un tipo de aspecto formal e incluso friki pero con música "trance" durante todo el viaje, un poco siniestro pero nosotros íbamos a lo nuestro viendo en el portátil una película. (*adjunto abajo la web).
Y con esta tercera entrega acaba la serie de "the Berlinas" y con ella una de los últimos episodios de mi periplo europeo. Otro viaje para la mochila y desde aquí dar las gracias a a Jorge Alberto Jorge bis y familia por la experiencia Berlinesa.
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