Una vez en Copenhague y tras haber visitado un poco la ciudad, decidimos visitar la famosa “Christiania”. Nos habían hablado de ella y sentíamos cierta curiosidad; lo único que sabíamos es que era un barrio/ciudad autogobernado, que no se consideraban Europa, no pagaban impuestos y que la venta de drogas era legal. Nos costó encontrarlo pero finalmente y tras pasar por un pequeño arco invadido por la maleza que recordaba a la entrada a otro mundo al estilo “Alicia en el país de las maravillas” nos encontrábamos dentro. Lo primero que se veía eran carteles de “Welcome to christiania” y “pictures are not alowed”. Continuamos andando y estábamos alucinando con lo que estábamos viendo; aquello era el más puro ejemplo de anarquía, punk y caos. Simplemente con la vestimenta de la gente aquello era todo un show: algunos vestían estilo punk, otros llenos de colores como un bufón medieval, se podía ver gente que parecía sacada de hace 60 años con sombrero de copa, monóculo, bastón y traje. En algunos aspectos me llegó a recordar a películas futuristas que auguran un pésimo porvenir para la humanidad, un retroceso en la evolución como “Waterworld” o “Mad Max”.
Después de dar una vuelta decidimos reunir algo de dinero y acercarnos a un puesto para comprar algo para fumar. Los vendedores no transmitían buenas vibraciones, en todo momento sentí que me querían timar y que me la jugaría en cuanto pudiesen. Compramos porros hechos para fumar entre todos, algunos de jachis, otros de marihuana. Nos juntamos en una plaza y nos los fumamos mientras seguíamos contemplando aquel curioso mundo en el que habíamos acabado. Ya se nos había olvidado completamente que estábamos en Dinamarca, definitivamente estábamos en un sitio muy distinto. Es curioso como ves gente normal que al salir de sus respectivos trabajos se acercan a “Christiania” simplemente a comprar marihuana o hachís: cocineros, mecánicos, hombres trajeados con su maletín…
Terminamos de fumar y sumisos en una curiosa nube inducida por los porros, decidimos “flotar” un poco más por los alrededores de ese peculiar barrio. Fue entonces cuando Kim y Samantha (dos chicas del grupo) propusieron buscar “muffins de marihuana” como los que tomamos en Amsterdam para pasar un buen rato en el bus Copenhague – Estocolmo (el mismo bus que cogimos nosotros). Empezamos a preguntar y lo más parecido que encontramos fueron “Cookies de marihuana” y el tío de la tienda nos recomendó que media cookie es suficiente pero que una entera está bien. Guardamos las cookies, nos dirigimos hacia la salida que rezaba “You are now entering the E.U.” poniendo rumbo al hotel a por el equipaje y coger el bus hacia Estocolmo.
Unos 15min antes de subir al bus empezamos a comernos las cookies; eran horribles, estaba claro que iban bien cargadas porque aquello era incomible. Ahí venía el bus, lo único que nos importaba era que tuviese enchufe y wifi para hacer más ameno las 8h de viaje. Quién nos iba a decir que jamás haríamos uso de él.
Ya sentados en el bus, empezamos a hablar mientras esperábamos a que arrancase; yo me puse de espaldas al cristal para poder hablar con todos mis compañeros, aún tenía mi cartera y la cámara de fotos en los bolsillos lo que resultaba un poco molesto “Cuando arranque las guardo en la mochila” pensé. Nos empezamos a reír recordando historias graciosas vividas durante nuestro viaje. También recuerdo haber comentado que vuestro grupo nos sonabais de haberos visto por Copenhague e intentamos adivinar vuestra procedencia. De repente nos dimos cuenta que las carcajadas empezaban a ser más exageradas de lo normal y yo me estaba riendo con Chris (otro chico del grupo) que estaba sentado dos asientos más atrás, simplemente diciéndonos “¿¡ De qué te ríes!?” y el respondiendo “¡¿De qué te ríes!?” a carcajada limpia.
El viaje había empezado…
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Autor: J.Hunter
Adaptación y traducción: Marinero blog
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